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El lavadero de Benifallet fue una de las obras que se realizaron en la localidad dentro del Servicio Nacional de Regiones Devastadas creado en 1938 durante la Dictadura del General Franco para reconstruir las zonas “liberadas” que habían sufrido más destrozos por los bombardeos. El 23 de septiembre de 1939 se dictaba la Ley de Adopciones que preveía la asunción por parte del Estado de las tareas de reconstrucción de determinadas poblaciones escogidas en función del grado de destrucción alcanzado. El 7 de octubre se aprobaba la Orden Ministerial que desplegaba la Ley y que regulaba las trámites correspondientes y el 21 de octubre del mismo año se aprobaba por Decreto el primer listado de poblaciones “adoptadas por el Caudillo”, entre las que había tres de las afectadas por la Batalla del Ebro: Móra d'Ebre, Pinell de Brai y Tortosa. Dentro del mismo 1939, por decreto de 29 de octubre, se incluía el Perelló y la Ampolla; y, por decreto de 15 de diciembre, Benifallet y Corbera d'Ebre. Una más correspondió al año siguiente: La Fatarella, por decreto de 9 de marzo de 1940. Las dos últimas son de 1941: el 12 de marzo, Benissanet; y el 10 de agosto de 1941, Gandesa, que fue la más tardía. La mano de obra que utilizó Regiones Devastadas estaba formada por trabajadores contratados a jornal de la propia localidad; republicanos condenados a trabajos forzosos por los tribunales militares y prestación personal obligatoria de los hombres entre los 18 y 55 años a razón de un día al mes o pagando el equivalente en dinero.
Los lavaderos se encuentran situados en la confluencia de las calles dr. Sastre, Alfonso y el Parque de las Moreras, en el paseo del río y se lavó la ropa hasta bien entrado el siglo XX. El edificio de los lavaderos de Benifallet está formado por un único volumen de planta baja. Su disposición en planta es rectangular con cubierta longitudinal en dos aguas. La estructura vertical está formada por pilares de mampostería y la estructura horizontal por caballos de madera dispuestos en cuatro crujías. Los cierres de muros de mampostería entre los pilares constituyen una barrera de media altura que permite la iluminación y ventilación continua de los lavaderos. Singular es también la estructura de caballos de la cubierta y el sistema de entrevigado y soporte de las tejas. Están constituidos por tres lavaderos contiguos comunicados entre sí por rebosaderos para facilitar los procesos de limpieza y repaso de la ropa, y en cuyo perímetro se encuentra la superficie de limpieza en pendiente hacia las balsas. Cada municipio disponía de su lavadero, siendo un importante avance por la gran mejora que significó para la salud pública del pueblo el paso de limpiar la ropa junto al río a hacerlo en una edificación específica. Etnográficamente, es necesario constatar la función histórica de los lavaderos como punto de encuentro, de intercambio, de comunicación y de convivencia entre las mujeres del pueblo. Hasta el extremo de que el término “hacer lavadero” pasa a tener un doble sentido, significando además de la acción propia de los lavaderos charlar y curiosear mientras se lava la ropa. Por último, la cultura del aprovechamiento del agua, que parece que volvemos a valorar, se constata muy bien en estas construcciones en cuanto al aprovechamiento y la reutilización del agua. El aprovechamiento del agua del origen natural para hacer lavadero comunitariamente, posibilitaba después aprovecharla para regar los huertos cercanos. En 2012, la artista Amanda Corominas hizo un mosaico para conmemorar esta tradición (foto inferior), dándole vida con el mismo espíritu que se hacía a principios de siglo pasado, con las mujeres como protagonistas lavando la ropa. Puede visitar su galería de arte en la calle Ermita.
Una escapada a Benifallet es una oportunidad única para conectar con la naturaleza y la historia de nuestro pueblo. Ven y disfruta de todo lo que te ofrecen las Terres de l'Ebre.